Acto II, Escena II. Juanelo y el lobo


Acto II, Escena II. Juanelo y el lobo

Personaje: Juanelo
Juanelo: Alherí, alherí, no sé porque no me enredé contigo sin que en este camino esté Giocondo. No se porqué no te conté las estrellas que no pudimos hallar ninguno de los dos, por ir negados desde el inicio en este laberinto sin entradas ni salidas, que al final somos. ¿Sabes porqué, amor mío? Eres un enamoramiento sin voz, sin rostro: sin nombre.
Porque eres una mujer extraviada, enloquecida entre los brazos ardiendo que obedecen al pecho de un toro embravecido, como tantas tantas en toda mi vida. A ti sólo te conoce mi memoria, mis ideas tan empantanadas por una furia volcánica que me nace del hombre, alherí, alherí, nunca te he visto pero ya eres mía, como por extensión lo son todas las mujeres que por infortunio y locura han entrado dentro de mi círculo eterno de fuego irradiado. Así caen como florecitas violentadas sobre una superficie de aguas estremecidas, gemidos sin eco que se pierden entre mis intenciones, mis arrebatos, mis desórdenes.
Capullito encogido, temiendo el rápido batir del viento, el incón acertado del picaflor y la aspereza de los vellos irisados del abejón. Yo he nacido para atormentarte con mis ligerezas


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