MAS VALE PÁJARO EN MANO QUE CIENTO ENJAULADO

Acto I
Escena 1: Soy yo.
Personaje: Giocondo.

Escena 2: Pieza de museo.
Personajes: Giocondo y Juanelo.

Escena 3: Me voy, me voy, que ya vienes.
Personajes: Giocondo y Sebitas.

Escena 4: Un amor de infancia.
Personaje: Alherí.

Acto II
Escena 1: Sensiblemente Sebitas.
Personaje: Sebitas.

Escena 2: Juanelo y el lobo.
Personaje: Juanelo.

Escena 3: Todo espalda, Todo yo.
Personajes: Giocondo y Alherí.
( Pintura: Rosa Meditativa. Salvador Dalí)

Acto I, Escena I. Soy yo.


Acto I

ESCENA I
SOY YO


Personaje: Giocondo.
(Se abre el telón. Giocondo, un travesti de unos 30 años, está maquillándose frente a un espejo, se riza las pestañas. Se maquilla. Se perfuma)
Cuantas veces más la misma imagen para al final convertirme en lo que pretendo y siempre pretendo. El rizado que ansío, la boca que hace falta y la cartera siempre bailando de la mano. Si tuviera que trabajar rudamente, de sol a sol, de todas maneras sería más estimada por mi familia y necesariamente útil para Dios. Pero no todos los caminos llevan a lo correcto, mejor dicho ninguno lleva a allí. ¿Entonces porqué no ser completa de acuerdo a mi propia imagen? Pero ni aún así una puede librarse de la entrega, de la ligereza de los sueños, hay que ir una y otra vez detrás de ellos, como en un baile de máscaras necesario para burlarse de esta realidad que me asfixia. Estoy entregada a reconstituirme frente a este espejo. Dicen los psicoanalistas que los descuartizadores nunca pudieron reconstituirse enteramente frente a uno. Y bueno, si una no puede hacerlo, habría que desmembrar a lo que queda de la humanidad y así no convertirse en una excepcional.
Bueno, por mi bienestar mental, yo soy consciente de que tengo que adherirme todas las partecitas dispersas que lograran al fin una figura que está hecha de trozos y no de enterezas; pero teniendo de todo y no siendo “un todo” se puede vivir más ampliamente.
(Suspira y cierra los ojos, elevando la cabeza al cielo y se queda como cavilando)
Cómo irán esos dos, por la vida, dependiendo de la erección y de lo infatigable que debe ser hacerla entrar en un remolino demoledor, que se amplía y que se devora toda esperanza. (Se levanta y se sienta en el filo de la cama para ponerse las medias negras, de redecillas).El filo, el filo. (Dice como pesando cada palabra y silba una tonadilla alegre mientras mueve la melena) Jajajajaja. Dulce abismo, se deben sentir en el aire esos dos bamboleando, dándole duro a pleno aire y de seguro a toda espalda y riñón. Bueno, no es ese tipo de abismo que yo percibo que se me abre a ras del suelo cuando alguien me toca el miembro. Qué horrible sensación, sé que de allí soy muy sensible, de todas maneras. Me lo tocan y allí mismito me quiere tragar la tierra. Ay, se amplía, se amplía, todo se amplía… aunque no todo en esta vida, ah,….bueno…. (Vuelve a silbar la tonadita mientras empieza a sobarse suavemente las sienes y cerrando los ojos sigue hablando) Se amplía como una gran concha devoradora, se amplía el mar, así lo dijo Arguedas, y el hombre, pobre pájaro ciego, quiere ser absorvido y dulcemente aniquilado, eso lo emociona más y más, lo imposible que es abarcar y dominar el remolino marino, la concha de las riberas, allí se encuentra la esencia de su ser, eso lo gradúa, lo doctora de “macho”, pero en esa misma locura es tantas veces decapitado y desterrado. Para eso han nacido: para ser finamente, eternamente castigados, embebidos (Se pasa la lengua por la boca tímidamente). Ummmmmmmmmmmm (Gime como si estuviera cansada).
¡Ellas, ellas!, no, no, no es por allí por donde ellos lo desean, no se cieguen. Abran las mentes, eso prepara mejor para cualquier tipo de ampliación... (Se lleva las manos delante de la cara y las hace agitarse con mucha libertad)..., Lo demás es sólo cuestión de espera…aunque el tiempo siempre ha sido congelado, por ellas, para todos ellos, porque la frialdad es reina y señora de sus cuevas, ¿Y por eso, acaso, no se calentaban, entre ellos, los hombres desde la prehistoria? Ummmmmmmmmmmm, es que la cueva no les daba el suficiente calor. Y bueno ¡esas cuevas! lo único que expulsaban eran más y más pre-cristianos , y se necesitaba una mejor repartición de todo lo que había en la fiesta, y ellas y ellas seguían dándole más invitados al banquete, las cuevas entonces se cargaron a todos esos hombres de sus mismas redondeces.
Y bueno, así fueron rodando y rodando y nunca lograban entrar enteramente en esas cavidades, y cuando lo conseguían, era sólo una ilusión para parir más pre-cristianos afuera de ella. Y ellas estaban vedadas para ese tipo de orgía de carne por la que ellos se desvivían.
Están programadas por los siglos y por los siglos a entregarnos más desposeídos, ardientes y bellos hombres. No hay escena más triste que ver a un hombre desnudo tal cual, fuera de esas cuevas frías, la cabeza colgando, la mirada perdida, enteramente enfriado de tanto calor desperdiciado. Lloran como bebés y dicen: mamá, mamá, mamá. (Pronuncia suavemente: mmmaaammmaaá).
Para eso fueron puestas las estrecheces, allí donde más esfuerzo les cuesta ser hombres es donde más apretada se les hace y se les viene la vida entera hasta casi desaparecerlos. Qué dominio, qué sumisión, ya casi, casi llegan a serlo todo, son toros, tormentas que derriban y gladiadores que campeonan sobre una suave inclinación. (Quiebra la cintura) Sobre esta noche fresca y predestinada para embelesar, hacer soñar. No hay nada tan profundo como la vida que se parece a un sueño.
( Ya ha terminado de travestirse)



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Acto I, Escena 2. Pieza de museo



Acto I, Escena 2.

PIEZA DE MUSEO
Personajes: Giocondo y Juanelo
Juanelo: ¿Sabes Giocondito, lo que me haces sentir? Como hombre, como hombre te lo digo (Muy seguro de sí mismo y con voz de verdadero macho) Bacán bestial, ufffffffffffffffff, como nunca, ¡Para qué!
Giocondo: ¿Cómo?, ¡Ya sabes! (Moviendo la melena y sonriendo pìcaramente, tardando la pronunciación de cada palabra, dándole énfasis con socarronería)
Juanelo: En serio, chiquillona. (Sonríe con beneplácito y la agarra de la barbilla, y hace un sonido acuoso con la boca como engriéndola, como cuando se trata de apaciguar el llanto de los niños)
Giocondo: Siempre me han enloquecido los traseros peludos, de machos de blue jean.
Juanelo: ¡Oooy...!, ¿Queeeé? (Elevando mucho la voz, como habiendo sido atacado, hilarantemente) Esta concha…. (La mira como molestándose repentinamente, con la mirada enfurecida)
Giocondo: ¿Qué te pasa? (Mueve la melena y , luego de mirarlo, vuelve su cabeza a como estuvo al principio)
Juanelo: Nada, nada (Rápidamente, y luego de mirarla fijamente con los ojos brillosos de la cólera) ¿Tú crees que es algo fácil, cojuda, para mí? (Quebrándosele la voz)
Giocondo: ¿Yo te traigo acá, acaso? ¡ Dime! (Lo mira como reclamándole, enfurecida, muy segura de sí)
Juanelo: No, pues, no, cojudita (Como tratando de conciliar, le sonríe) Pero es bien locazo lo que me sucede, te lo quería contar, a ver si me crees.
Giocondo: A ver, cuéntame…. (Lentamente y asintiendo con verdadero fastidio, cruza las piernas y empieza a oir)
Juanelo: Cuando me metes tu lenguita, uuuuuuuuuffffffffffffffff... (Como aspirando y cerrando los ojos)...en el culito, siento, imagino, pienso...(Abriendo muchos los ojos, como tratando de imponer lo que va a decir) ...que tu lenguita, uuuuuuuuffffffff... (Como estremeciéndose y con los ojos cerrados)... es como una rica vagina y mi y mi y mi... (Se traba al hablar y Giocondo se queda mirándolo expectante, y parece querer pronunciar, moviendo la boca, lo que Juanelo va a decir. Juanelo abre los ojos, muy saltados de sus órbitas, como poseído)... y mi culito es mi pene (Por fin lo dice, como librado de algo que lo perturba, como totalmente vacío por haberse quitado un enorme peso)
Giocondo: (Tuerce la boca, como mostrando desagrado, luego se levanta y habla con movimientos enérgicos, una mano doblada en la cintura y la otra como aleccionado) Nunca se vio en museo alguno algo así, ni en ninguna biblioteca hay información de un culo que sea pene. ¡Mueeeeeeeerta yo! (Abre los dos brazos como sobre una cruz y quiere desplomarse hacia atrás)
Juanelo: (Queda mirando al piso, con los ojos bien abiertos, así ligeramente la boca, como perdido, como en conmoción, para luego levantarse de pronto y cargar a Giocondo como se hace con una novia) Ya pues , chiquillona, no te me malees que la leche aún burbujea si la ternera todavía es tierna.

La mira a los ojos como enamorado, y así se quedan los dos embelesados, extraviados. Suena un bolero suave y arrullador mientras se apagan las luces, y bajándola al suelo la agarra de la cintura, huele su cabellera, recuesta su cabeza en uno de sus hombros y bailan muy pegados, sin casi poder respirar. Pero al poco tiempo de esto, Juanelo separa drásticamente su cabeza del cuerpo de Giocondo, y suelta intempestivamente el cuerpo de éste y se queda pensativo en medio de la pista, hablando entre enternecido y furioso.

Juanelo:¿Porqué no te lo amarras aunque sea una vez, por lo menos cuando no le besas los pies a tu chiquillo, ni cuando recibes a esa virgencita tuya, enamorada de un imposible? No es posible que yo venga a acariciarte y tenga que irme con un vello de pierna o de pecho entre los labios, en lugar de tu jugo de conchita asustadita. ¿Porqué tengo que saludar a la trompa del elefante, buenas noches, señor arrugado, cuándo va estrujarme y comerse mi maní? No puedes complacerme por lo menos una vez en tu peluda vida y depilar, arrancar la raíz de la selva de pendejos que te enloba? (Sube la voz y se acerca muy cerca de Giocondo, llegando a abrir la boca enormemente al final).
Giocondo: ¿Qué pasó, qué sentiste, qué invadió tu incolumidad, quien te quiere desterrar de tu virginidad, de tu territorio de machote? Orina orina, marca territorio, aunque seas una simple zorrillita come gallinas. (Se le acerca y con la punta del dedo lo golpea en el pecho, mientras le habla frase a frase, como queriendo grabarlas en él)
Juanelo: Ya te he dicho que a mí me gusta la vagina! (La sacude de los hombros, suavemente como queriéndola hacer reaccionar, con los ojos implorantes)
Giocondo: Uyyyyyyy (Aparta las manos de sus hombros con fuerza) ¡No, por Dios, no! (Se agarra la cabeza con ambas manos como para impedir que se le desplome y la agita entre ellas) Un culo que es vagina, ahora me vas a salir con que tus dos nalgas son tus dos huevos, ¡Qué enfermedad! (Grita escandalosamente) ¿Sabes? (Lo mira fijamente) Acá quedó todo, lárgate a que te exhiban con tus deformidades en el Louvre o en el Museo de Historia Natural. ¡Destruida quedaste! ( Lo señala con el dedo de en medio, levemente elevado, bien estirado el brazo y lo baja rápida y despreciativamente, pretendiendo salir)
Juanelo: (Corre hacia Giocondo y la agarra por detrás, de la cintura, y la hace regresar retrocediendo, mientras le va besando el cuello y meciendo con romanticismo, así la lleva hacia el centro del escenario y sin soltarla le habla, la mece) Una hembrita sin ascos, ¡Eso es lo que eres, amor! Completita (Como relamiéndose y lentamente) Contigo llego a todo aquel lugar, a todo aquel mundo antes cerrado, cerrado. (Lo repite con verdadera lujuria y la besa en el cuello) Yo puedo aperturarte y esperar que cierres para volverte a inaugurar, una y otra vez, una y otra vez... (Lo dice medio excitado y cerrando los ojos)... hasta que me pidas ya no, ya no, ya no, hasta que tu culito me guiñe, me guiñe con su ojito y me llore me llore, tristemente, como un rinocerontito mal herido. Pepppp, pepppssssssss, pufffffff, pffffffff, como gime sin selva que lo esconda, pero bien dividido como un duraznote, listo para partirlo por su rajita. Uyyyyyy, qué rico, uffffffffffffffff, ummmmmmmmmmmm. Giocondito, firme, firme ,que contigo toco no sé qué ,no sé qué, pero toco, no es un cielo con estrellas como dirían los poetas; pero que sea, pues, un volcán que con la fuerza de su despertar emite gases, retumba e incendia, pero que luego se tranquiliza se clausura para volver a conmoverse.
Giocondo: Si que eres deliciosamente asqueroso, ah. (Le dice medio sonriente, complacido de lo que escucha, enternecido)
Juanelo: Vamos, amor, a la cama que ahora quiero doblártelo dentro, y que se doble y se doble y ya no salga. Quiero moverla, moverla, retardarla infinitamente veces quiero, y solo oir, oir tu leve suspiro, gimiendo como si estuviésemos en una amplia piedra caliente, dispuestos para el sacrificio, todo mi pecho hinchándose, embravecido sin nada que lo detenga, solos en un incendio, en un movimiento que arrecha y fulmina sin nada de delicadezas, a pura carne, sudor, semen y enloquecimientos. (Lo dice muy intensamente como en un trance, moviendo a Giocondo fuertemente)
Giocondo: Seré tu niñita forzada, la violación que tanto anhelas cometer, la arremetida sin fondo, el empuje intenso, los labios devoradores, a los que intentas abarcar, abarcar, se te va la vida, se te va la vida, ummmmmmmmm, ummmmmmmm, te enfureces, convulsionas y después, después la calma, la calma de tus tempestades, tumbado sobre mi espalda con tu corazón saltando, y yo estaré muy contenta de haber sido abusada, una impenitente ramera. ( Lo dice excitándose mucho, correspondiendo a Juanelo)
Juanelo: Ohhhhhhhhhhh, oohhhhhhhhhhhhhhh. (Como en pleno orgasmo, con la cabeza colgándole al costado de uno de los brazos de Giocondo, como ido, con los ojos cerrados, y muy... muy fuera de sí ) Dime, dime, dime que ya no quieres más. ( La golpea en el brazo, con su palma ampliamente abierta ) Pídeme, pídeme compasión. Ahhhhh, ahhhhhhhh, ahhhhhhh. ( Con la voz más aguda y cerrando ambos puños fuertemente sobre las ropas de Giocondo)
Giocondo: Ya no, ya no, ya no por favor... (Como llorando, grandilocuentemente, como fingiendo una gran mentira)

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Acto I, Escena III. Me voy, me voy, que ya vienes


Acto I
Escena II
ME VOY ME VOY, QUE YA VIENES

Personajes: Giocondo y Sebitas

Giocondo: ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! ¡No es a tus pies donde tengo que estar! ¡No!.
Sebitas: Por favor, por favor,…porfis…. (Con expresión de niño resentido, jalándola de una de sus manos, con decidida fuerza hacia abajo, implorando)
Giocondo: ¡Ummmmmmmmmmm! (Hacia sus adentros, de un solo sonido) Está bien, está bien… pero espero que está vez no me encallezcas las manos, las delicadas manos (Se mira las uñas, levantando levemente los dedos)
Sebitas se saca la chaqueta y se frota las manos, dando saltitos de alegría, se sientan los dos en un sillón y Giocondo le desamarra las ataduras de los zapatos con verdadera delicia
Sebitas: (Con voz impostada para parecer mayor) Son pies de futbolista, de hombre, como te gustan a ti. ¡Frótalos así, con sus medias de seda que mi mamita me acaba de regalar!
Giocondo: (Intempestivamente se detiene) ¡Ayyyy, no sé! Sólo a ti se te ocurre…. medias de seda con zapatillas.
Sebitas: ¡Porqué, porqué! ¿Está mal? (Medio llorando) ¡Dime, dime, pues! (Emotivamente)
Giocondo: (Quien no ha prestado atención a las imploraciones, cierra los ojos y delicadamente y con entereza dobla los dedos del pie, en conjunto) A ver, a ver…doblamos…doblamos…doblamos suavemente…suavemente.
Sebitas: Por allí, por allí, por allí me duele. (Deja mostrar los dientes, presionándolos fuertemente) Ahhhhh, ahhhh, ahhhh (Lo dice, soportando el dolor pero con entonación de placer) Ahhhh, ahhhh, ahhhhh. Ahhhh, ahhh, Ahhh (Se inclina y le coge la mano y la dirige sobre el lugar donde se hacen los movimientos) Por aquí, por aquí, por aquí es.
Giocondo: ¿Allí, allí, allí? (Como tratando de hallar el lugar exacto, acomoda sus manos sobre los pies)
Sebitas: Así, así, como lo has estado haciendo. (Cierra los ojos y se echa sobre su espalda, cruzando los brazos detrás de su cabeza) Ahora sóbalos, sòbalos.
Giocondo: Dime, ¿desde cuándo juegas fútbol? (Se lo dice afanosamente, entregada con verdadera fruición a la frotación de los pies) Ahhh, ahhhh. (Medio agitada)
Sebitas: ¿Porqué, ah?, ¿Porqué? (No abre los ojos y no hace mayor caso a la pregunta, sigue ensimismado)
Giocondo: (Deja de frotarle los pies y lo mira con verdadero enojo) ¡Ya me cansé! (Se sienta y funde su espalda en el respaldar, ofuscada)
Sebitas: Ya pues… ya pues, porfis… porfis (La agarra de la mano y quiere hacerla volver, hay un corto forcejeo luego del cual Sebitas baja sus pies del sillón y los posa con cuidado sobre las zapatillas que están en el suelo)
¿Estás molesta, estás molesta???? (Le pasa la mano por sobre el hombro, la abraza y la atrae hacia él)
Giocondo: (Luego de unas leves mecidas. Sebitas no ha dejado de abrazarla) Ya no, ya no lo estoy, ya me pasó (Se libra del abrazo y se acomoda como si nada hubiese acontecido, recobrando la normalidad)
Sebitas: (Como contagiándose de la normalidad de Giocondo) Oye, oye, te cuento pues, la del mono cuando despierta al tigre. Jajá jajá (Ríe con desparpajo, él solo es una fiesta)
Giocondo: ¿Cómo es esa? ¡A ver! ¡A ver! Jajá Jajá (Ríe con fingimiento entregado, como si lo que fuese a ser contado tuviese ya la garantía para el esfuerzo que hace)
Sebitas: OK, OK. (Poniéndose serio)… Estaba el tigre en su sábana pues. Y entonces…….
Giocondo: ¿En su sábana? A ver, a ver, repite.
Sebitas: (Se queda como dudando, la mirada perdida, tratando de recordar) ¿Cómo, cómo, cómo? ¿Cómo se llama? (Vuelve a quedarse dubitativo) ¡La sábana, pues!... que es donde duermen los animales del África…si la dieron en el Discovery.
Giocondo: Jajajajajá (Ríe con mucha fuerza y cierra los ojos hasta las lágrimas)… ¡La sabana!, sa-ba-na, sa-ba-na… ¡Y allí no duermen, de allí nace toda la selva!
Sebitas: (Con desparpajo) ¡Ah, ya, ya, ya! ¡Huevéame, no más!
Giocondo: ¡Firme, firme, ayayay, si no tuvieras esa carita… firme, firme, que no la darías, chiquillo, por ningún lado…!
Sebitas: ¡A pucta, a pucta!..¿Ya ves? ¿Ya ves? (Como queriendo enfurecerse, la mirada rígida, le asesta un coscorrón juntando mucho los labios hasta arrugarlos)
Giocondo: ¡Ya, ya! ¡No jodas! (Tratando de apartar el puño)
Sebitas se recuesta, lánguidamente, contra el respaldar y como si lo anterior no hubiera acontecido empieza su relato. Giocondo, como un autómata, se vuelve para mirarlo
Sebitas: Como decía… estaba el tigre durmiendo bajo un árbol y el mono estaba que lo miraba, lo miraba desde arriba… (Se queda cavilando, como si recordara o entendiera)… Y seguro que el mono no podía bajar, le tenía miedo al tigre…aburrido debe haber estado el mono… (Se queda por un momento dudando y empieza a carcajear)… Y este conchesumadre del mono se descuelga medio cuerpo desde una rama… Y le jala de la oreja al tigre… Jajajajajaja (Golpea su puño cerrado contra una de las palmas de su mano, y ríe hasta casi llorar)… Le jala de la oreja, otra vez, y vuelve a subir…Jajajajajaja...y el tigre busca como loco a su alrededor y no ve a nadie… (Mira de un lado a otro con los ojos bien dilatados)…Jajajajajaja…Y el mono se esconde entre las ramas, espera que el tigre se acueste y vuelve a descolgarse y le vuelve a jalar pero esta vez de la otra oreja…Jajajajajajajaja… (Mientras relata sobre los jalones de orejas, se jala fuertemente hacia arriba de cada una de ellas, intentando explicar mejor)…Seguro que el tigre había invadido el terreno del mono… ( Languidece)…Hasta que tuvo que irse el tigre, molesto sin saber quien mierda le jalaba de las orejas… Ya pues, acaríciame los pies (Tratando de jalar la mano de Giocondo que ha estado en pleno jolgorio.Como se atasca, la jala hasta dos veces)
Giocondo: (Lo mira fijamente)…Acomódate... (Le saca las medias y las coloca en el respaldar del sillón delicadamente)…Cuéntame como se la hacías a tu enamoradita…(Empieza a masajearle los pies y cierra los ojos, concentrándose)
Sebitas: ¡Ya no te he contado! (Como queriéndose enojar)
Giocondo, dejando de masajear los pies, lo mira fijamente como con enojo.
Sebitas: ¡Ya, ya! ¡No te moletes! (Se recuesta en el respaldar y va relatándole sensualmente) Cuando sus viejos salían a trabajar me llamaba por teléfono y yo salía disparado de mi casa.
Giocondo: ¿Te ibas en moto…mototaxi...? (Cerrando los ojos, continúa masajeándole los pies, esperando cada respuesta con deleite)
Sebitas: No, salía disparado de mi casa, y corría por las veredas, casi atropellando a las vecinas. Parecía un loquito escapado. Cortaba caminos, doblaba esquinas, volaba en los pasajes, hasta que llegaba a su puerta. Jajajajaja. Luego de eso, ella quedaba caminando como patito. Así iba al baño a lavarse, y yo subía para espiarla por el tragaluz. (Hace una pausa). Ella me hablaba, sentadita como estaba en el wáter, orinando. Me decía me arde, Sebitas, me duele. Y yo queriendo descubrir que es lo que se palpaba tanto allá abajo, quería verle su conchita que había quedado como una rosa.
Giocondo: (Que le sigue acariciando los pies con verdadera entrega) ¿ Pero dónde se la hacías, en que posición se te entregaba???? (Con desesperación)
Sebitas: Yo la besaba, la besaba y luego la hembrita solita se dejaba llevar; con lo excitada que estaba, yo la ponía como más me alocaba.
Giocondo: ¿Y ella se dejaba hacer todo ese loquerío, toda esa arrechura, Sebitas, no me mientes? (Ha abierto los ojos y ahora le masajea los pies con decisión pero ya no con delicadeza y entrega)
Sebitas: Claro pues, si yo le preguntaba una y otra vez: ¿Te gusta? ¿Te gusta? Y ella me decía, cerrando los ojitos, ummmmmmmmmmmmm como una verdadera putita, ¿Tú crees que si no me gustara lo haría? Cómo me gusta, cómo me gustas, tu ropa huele a Sebas. Y allí allí era donde me venía rápido.
Giocondo: ¿Te decía que tu ropa olía a ti? (Con sorpresa, mientras sigue masajeando los pies con descuido.Sebitas que ha seguido con los ojos cerrados hasta este momento, los abre)
Sebitas: Claro, si hasta lo hacíamos estando sus viejos en casa, decíamos que íbamos a estudiar y bien mosca la chiquilla, ya me estaba esperando sin calzoncito, con una faldita que solita se la levantaba, echados sobre el mueble los dos. ¡Mosca!, cuando entraba alguien, no había pasado nada, saludaba y todo. Y por ejemplo si algunas veces de verdad nos reuníamos para el estudio y se había puesto pantalones, zafaba una pierna y así me la comía por un costadito. (Cierra los ojos) Me decía cómo me gusta, cómo me gusta. (Afemina su voz y habla como un niñito, luego se corta drásticamente y se queda pensando, mirando al vacío)
Giocondo: Chiquillo, chiquillo, ¿qué me estás ocultando?
Sebitas: No sé porqué, no sé porqué.Porfis, Giocondo, te la cuento, te la cuento.
Giocondo: (Suelta los pies) ¡A ver, dime! (Se recuesta en el espaldar, Sebitas baja los pies y los vuelve a posar sobre los chimpunes)
Sebitas: No se porqué me decía que sentía cosquillitas, y quería reirse y carcajeaba un poquito y luego se detenía y como que se moría, decía que no podía soportarme. (Se queda callado y pensando) No podía soportarme, que le causara tanta felicidad, y luego se ponía a llorar como una bebita.
Giocondo: Pobrecita, se había enamorado pero no quería sentirse como una verdadera mujer (Lo mira como con burla)
Sebitas: ¡Porqué, porqué! (Vuelve a golpear con puño cerrado una de las palmas de su mano, pero esta vez como si quisiera llorar de impotencia) ¡Porqué nunca se venía, se venía conmigo, se iba!
Giocondo: (Lo abraza y lo atrae hacia él, Sebitas se deja llevar sin resistencia) Así son todas, están negadas para el placer puro, aquí se les ha enseñado religiosamente que en el sufrimiento está el único goce.
Sebitas: ¿Qué es eso, qué es eso, Giocondo?
Giocondo: Ay, no me hagas caso, mejor dame tus pies, que siento que te papeas verdaderamente a esa hembrita cuando te los engrío. (Trae los pies de Sebitas sobre el mueble y los acomoda y reinicia los masajes)
Hay una música alegre de fondo que ha empezado a sonar, como si empezara una fiesta y mientras ellos van hablando, la música se acrecienta poco a poco hasta que sus voces van apagándose hasta una carcajada conjunta al final:
Sebitas: ¿Y es cierto, Giocondo, que por atrasito es cochino??????
Giocondo: ¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee?¿Quién dijo esa blasfemia?
Sebitas: Pues ella, pues, mi hembrita, me dijo que por adelante sí, que por allí nacen los bebes, que por eso por allí es santo.
Giocondo: ¡Ay, la virgencita que ya no lo es y que quiere seguir siéndolo!
Mira chiquillo, yo te voy a explicar, la próxima vez dile que si el culito no cagara, nos moriríamos todos, por lo tanto mi culo es tan santo como su cosita.
Sebitas: De veras , ¿no?
Giocondo y Sebitas: Jajajajajajajajajajajajajajajaja.


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Acto I, Escena 4. Un amor de Infancia


Acto I, Escena 4
Un amor de Infancia
Personaje: Alherí
A veces las noches tienen el aliento del mar travieso, intenso e insondable. Más, más, más allá de las nubes, colores como suspiros que se inflan, se dispersan, se confunden y ya no existen.
Como aquella vez al borde de todo, nunca dentro de nada, al borde, al borde de tu piel y de la mía, captando el leve temblor de sus líneas. Un corredor de paredes tambaleantes, destemplado por las voces de niños que solos enloquecen, felizmente, sin salida de esa correría constante, como en un espiral ingenuamente vedado para el futuro. Corres y descansas en cada esquina y allí somos sorprendidos por la rápida correría de la hormiga, ganándole al sol que la eriza fuera de las paredes. Y la vemos como sube, sube, sube, carga, carga silenciosa, se contorsiona con mil engranajes de miel cristalizada y es devorada por la esencia de la piedra, mientras la esfera de arena diluida se une a ella. No podían tararear nuestros labios la música de esa trabajadora huidiza, es por eso que la escoltábamos boquiabiertos, descolgando gota a gota esa saliva que nunca fundimos latido a beso, beso a latido.
¿Y las manos? ¿Se sienten lo enlazados que están, o son parte de una misma expectativa, temblor y complicidad nuestros dedos? Porque no hay tareas en esa lejana lejana vida de deseos aún no despiertos. Sólo una transpiración constante, nacida de la sorpresa de la tarde. El atardecer delicadamente encendido, no se queman nuestras pupilas cada vez que vemos la incandescencia que nos alimenta, pero nuestras aún adormiladas almas son imantadas al calor como la tenue luciérnaga al ocaso. La noche se impone de nuevo y los leves batires del murciélago son una delicia en mi cansancio. Aún el grillo haciendo eco desde un rincón perdido, a pesar de su canto chirriante, me conmueve en plena decadencia. ¿Qué son, sino nuestros “únicos” corazones, enrojecidos, inquietos de toda curiosidad, limitados solamente por esta inmensidad de correrías? Correrías en el mundo de nuestros tiernos esfuerzos, dentro de nuestras únicas fronteras señaladas por la tiza y el balón pesando, bailando en las manos. Cada paso sobre las indetectables fronteras, impulsados por el calor del aire simple y la disgustada oscilación de un pequeño sol enceguecido, girando en las córneas inocentes de nuestras miradas, para la vida, recién nacidas.
Y sólo te poseía a ti, mi soldadito, en esta guerra que ahora me ha abandonado sola en este invadido e invadido, ganado, ampliado escenario de arena y combativos vientos. Las cabalgatas a pleno pulmón en las bancas melancólicas del parque postergado. La varilla endeble castigando el aire de la tarde, para que el caballo deformado de cemento no llore en el vacío de su existencia en lo hondo y más hondo de su realidad.
Más hondo y más hondo como el beso que nunca estampé en tus labios para que entregadamente lo olvides. Más hondo aún que esta tristeza que no tiene inicio, que no tiene pared que la detenga, no tiene suelo sobre el que se eleve, que imponente ronda, ronda, inubicable ronda. Como un beso que no fue pero que por eso adquiere ciudadanía y forma una forma que no es de esta realidad, que mi cerebro pobre masa insistente, incolora, inquieta en la eternidad ,perfuma, vaga, se hace forma, forma que nadie conoce, que todos desconocen, es por eso que más que nada existe porque no hay realidad, no la hay, no la hay, sólo el amor, no es, no hay, es por eso que aún vivo.
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Acto II, Escena I. Sensiblemente Sebitas




Acto II
Escena I
Sensiblemente Sebitas
Personaje: Sebitas.
Aparece Sebitas vestido en pantalones cortos y apretujados, de los llamados “bóxer”, y flexiona los brazos hacia los costados, y mira las protuberancias que éstos forman, como sopesándolas
Sebitas: ¡Qué fuerza, ah! Qué fuertes! (Los dobla con teatralidad y con más rudeza de la que parece tener, arrugando la nariz y gimiendo fuertemente)
¡Demora, demora nada más y verás! (Hablándole a cada uno de sus brazos aún flexionados, entonces languidece de a pocos y se vuelve un niñito abandonado, y patea muy despacio con una de las puntas de su pie el suelo, apagado)
Pucha, ¡ya no va a hacerse, ya no se hará! Ya he crecido y ya fue, pues.
Mirándose hacia el pene: Y pensar que en un momento solíamos crecer palmo a palmo.
¡Vamos, vamos, arriba, arriba! (Cierra uno de los puños y lo agita alentándose con él, como lanzando vivas en un estadio)
¡Uy no! ¡Qué desesperación! (Se muerde los labios, conmocionándose y suda, corre de un lugar a otro por cortos intervalos, medio llorando. Entonces se sienta en el suelo. Con la cabeza gacha. Luce acabado)
¡Qué hago, qué hago! ¡Fuerza, sebitas, fuerza! ¡No llores! (Con la voz entrecortada y acuosa)
¡Up, up, up! ¡Eres todo un hombrecito, carajo! (Se alienta con sonidos rápidos, como si fuese una persona distinta que se da órdenes para sí. Se pone de pie. Se seca las lágrimas con el reverso de las manos)
¡Ya está, a la mierda la vida!
Mira a su pene como desmereciéndolo: ¡Cómo te me envalentonas! ¡Ya te quiero, ya te quiero ver! ¡Allí no me vayas a venir con que te me tuerces y te acobardas!
¡Allí te quiero ver, so huevón! (Grita a su pene, salta como afirmando el suelo que golpea, entonces queda contemplativo, se sienta de nuevo en el suelo, cruzando las piernas)
Habla consigo, asintiendo: Pero si no existe uno tan grande que no se haya perdido dentro de una conchita. ¿Conchita? Jajajajajá, si todas se ensanchan, son unas almejitas, claro, para que el pescadito les muerda la carnada y después se lo tragan todo, ¡pobre pescadito, queda bizco! Jajajajaja. ¡O sea que por allí, tranquilo, brother! No hay uno tan grande que abarque toditito y no le sobre espacio a la gran almeja.
¿Y si se te antoja darle por el culito? Entonces no te va a convenir ser un king kong o un godzilla (Habla rápidamente)… Para penetrar la cueva más cerrada que se haya encontrado en lugar alguno (Lentamente, abriendo mucho los ojos)…. ¡Imagínate!, ¡Allí sí que la haces, Sebitas! Tu penetración: un cariñito, una cosa de niños, como que no se quiere la cosa, pero al final dentro del culito como un gran pendejo, arrechito aprincesado de las cuevas. ¡Biennnnnnnnn, Sebas, el auscultador de esquivas profundidades! ¡Desde ahora hacia ellas! (Hace como si se zambullera estirando las dos manos plegadas hacia delante) Jajajajajaja (Ríe con demencia)
¿Y si se trata de golpear los otros labios, la viborita que es la lengua contorneándose? (Agita la punta de su lengua, velozmente fuera de la boca)… ¿Los dientes recogidos? (Hace una “O” con los labios) Con los ojos saltones, siempre aleccionándose: ¡Allí más vale un dedo más delgado que el dedo! ¡Porque si más al fondo entra, más abundante será lo que sale: alacranes, pelos, pantanos, buitres, manjares antiguos y ya engullidos! (Se mete profundamente un dedo a la boca, provocándole arcadas, se dobla sobre sí) Jajajajaajá, otro triunfo para ti (Sin apartar la mirada de su miembro se incorpora, salta en dos pies y aplaude felicísimo)
Se queda mirando el vacío, en silencio, luego reacciona y se mueve otra vez, nerviosamente, como haciendo berrinche, yendo de un lado a otro, con correrías entrecortadas y queriendo llorar.
Rápidamente como poseído por algo descomunal, iluminado:
Corto,inmenso, blando, duro, intenso, de grosor, torcido, delgado. ¿Porque va a importar el cuerpo cuando los que vencen son los deseos y el arte empleado? Para sí: ¿Qué hablas, ah? Si la intención no es nada, sólo es como el aire; ¿Con qué triunfo sino tengo carne? ¡Pues no hay más mentira más grande cuando uno ha nacido corto!
Golpeándose la cabeza, a mano abierta, para hacerse reaccionar: Pero como lo dijo Giocondo, mientras más grande es lo que das, se hace más hondo. ¿Y si es más estrecho?, entonces: lo dejas maltrecho; ¿Y si lo entregas a la saliva, a la lengua y al movimiento? ¡Que aburrimiento que acaba en atoro y posterior vómito! (Va silenciándose, yendo de un lado a otro, de derecha a izquierda, como acorralado)
Reaccionando: No hay nada tan grande que no sea derribado, absorbido, empequeñecido. Pero es la mismísima contradicción: ansiamos tenerlas bien grandes, y así hacerla de lo lindo. Pero allí mismo…pummmm (Golpea uno de sus puños contra una de las palmas de su mano) Amplía bien los ojos como asustado: … La gran concha, como un mar revuelto, tormentas, huracanes, aguas y más aguas…. Y luego calmadamente y con voz de ensueño: suavidad, quietud, caricia de la brisa.
Pero de nuevo está allí presente en nuestras cortas vidas, para una vez más revolverlo todo, amenazar la estabilidad de nuestro vuelo, pobre pájaro muerto que caes derribado en sus orillas. (Se apaga, dejando caer la cabeza sobre el pecho y con ambos brazos colgados, quedándose anulado)
Súbitamente y triunfal: Tomaré venganza con mi propia mano, no hay nada mejor que dirigir la furia con la propia fuerza calculada en cada ataque, con la amplitud y el acorralamiento necesarios para el dominio. (Abre y cierra su mano sobre un objeto invisible con los ojos desorbitados) El dominio del apretón que le doy y de la caricia que le hace falta. (Se apagan las luces y gime muy despacio, se agita calmadamente, con decisión, complacidamente, feliz, da un gemido largo y extasiado y entonces silencio total)

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Acto II, Escena II. Juanelo y el lobo


Acto II, Escena II. Juanelo y el lobo

Personaje: Juanelo
Juanelo: Alherí, alherí, no sé porque no me enredé contigo sin que en este camino esté Giocondo. No se porqué no te conté las estrellas que no pudimos hallar ninguno de los dos, por ir negados desde el inicio en este laberinto sin entradas ni salidas, que al final somos. ¿Sabes porqué, amor mío? Eres un enamoramiento sin voz, sin rostro: sin nombre.
Porque eres una mujer extraviada, enloquecida entre los brazos ardiendo que obedecen al pecho de un toro embravecido, como tantas tantas en toda mi vida. A ti sólo te conoce mi memoria, mis ideas tan empantanadas por una furia volcánica que me nace del hombre, alherí, alherí, nunca te he visto pero ya eres mía, como por extensión lo son todas las mujeres que por infortunio y locura han entrado dentro de mi círculo eterno de fuego irradiado. Así caen como florecitas violentadas sobre una superficie de aguas estremecidas, gemidos sin eco que se pierden entre mis intenciones, mis arrebatos, mis desórdenes.
Capullito encogido, temiendo el rápido batir del viento, el incón acertado del picaflor y la aspereza de los vellos irisados del abejón. Yo he nacido para atormentarte con mis ligerezas


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Acto II, Escena III. Tu espalda, todo yo.


Acto II
Escena III
TU ESPALDA, TODO YO
Personajes: Giocondo y Alherí
Giocondo y Alherí están dándose las espaldas. Alherí está hablándole al vacío y Giocondo de vez en cuando se vuelve para enfatizar

Alherí: No intento cambiar nada… Lo que quiero decirte lo tengo desde aquellos juegos (Se queda como recordando)……. En mí (Se apaga).
Jijijijijí (Ríe con ternura y complicidad) los juegos muy cerca de la noche… (Abre ilusionadamente los ojos, brillándole las pupilas, y entonces se queda expectante, como esperando respuesta, mirando hacia lo alto en el vacío).
Giocondo: Pues…. la noche enciende las cabelleras, dándole un tinte más adecuado a los deseos que ya despiertan (Hace saltar su cabellera con las manos)…Ummmmm….El espejo del dormitorio es engañoso: su reflejo es más intenso y de hecho… lo has acondicionado para deslumbrar. (Eleva el índice como determinando)
Alherí: ¡No, no! La luz mortecina de las calles, los postes de alumbrado público y la garúa inocente golpeando. (Disminuyendo, cándidamente)
Giocondo: La luz de los postes es rala… (Con el índice levantado, continúa aleccionado)… En contra de eso sólo vale la exageración y sobretodo antes de entregar tu figura a la transfiguración de los postes de alumbrado. Esa iluminación disminuye… (Frunce la nariz coquetamente)
Alherí: ( Se agacha y como si acariciara la cabeza de un par de niños, hace pucheros con la boca como molestándose, luego da besitos al aire, dirigiéndose a ellos, aniñada) El cuco, el loco malo vienen por la noche, haz caso a tu mamá, ¿Ya?
Giocondo: ( Se ha quedado dubitativo por lo que acaba de oir, luego reacciona) Jajá jajá bien maricona te veo. Te juro que yo me metía dentro de mi caparazón. (Se contorsiona como si se metiera dentro del aire)… En mi jaula… Métete a tu jaula! Jajaja (Estruendosamente)
Alherí:…. La jaula…. (Como si la trajese de vuelta con el recuerdo)… Piu ,piu, piu, piu… (rápidamente, como si quisiera traer a la vida unos pajarillos fantasmas)… Muy bien lo recuerdo, nunca se me fue y siempre oigo el piar, piu, piu, piu… (Se va apagando)… Desde lo lejano del tiempo, bien dentro de la sangre que da vida a mi corazón.
Giocondo: (Molestándose, agitando la cabeza) … Oye, pero no seas zonzita pues,… Si lo eres, es porque lo eres y te sienta bien. ¡Entiéndeme!.. Era Año Nuevo, la playa lleno de tíos con sombreritos de cucurucho, serpentina en el cuello hasta la asfixia, agggggggg ( Arrugando nariz y boca en un gesto único)…. Pero los chiquillos corriendo desprevenidos por la orilla y los más aventaditos y aventajaditos porque siempre coinciden en eso, alejándose, alejándose, subiendo, yendo entre los cerros…. Y cuando sólo la noche es…. las estrellas… Ummmmm… Ver las estrellas… Me hacen ver las estrellas…Lejos de to-dos to-dos, ¿Lo entiendes? ( Ha pasado de la ensoñación al enojo)
Alherí: ¡Porqué, porqué! ¡Dime porqué! (Golpea al aire y quiere llorar) ¡Cómo dejaste que muriesen sin comer 3 días, piu, piu, piu! (Lo dice hasta casi hacer inaudible el llamado, agachándose y como prestando atención a los pajarillos que imagina)… Sin nada que comer, sólo el aire y el recuerdo de la mano que alimenta… (Extiende la mano,con la palma ampliamente abierta y la va bajando lánguidamente)
Giocondo: (Furiosamente, transformado): …Ay, babosita, más vale pájaro en mano que ciento enjaulado, y de los que andan volando ni hablar. ¿Aunque eran pajaritos, verdad? Pues tienes razón, debería haberles dado maicito hasta lograr que tomen BUEN cuerpo.
Alherí: Piu, Piu, Piu. (Abre su mano ,una y otra vez, de donde parecen corporizarse los pajarillos muertos, uno a uno los va echando al aire alborozadamente, carcajeando como una niña)
Giocondo: (Despectivo) Esta “coco seco”, ¡Imagínate tú!, haciendo volar los pájaros muertos. ¡Caramba!... Si yo revivo un pajarillo MUERTO lo hago mío… ¡Mío fue el poder de su resurrección!, ¿No? ¡Ahora me debe OBEDIENCIA .
Alherí: ¿Porqué no volamos lejos de aquí?... Ya no somos libres como los niños (Se entristece)… Pero tenemos la libertad que nos ofrece el aire… ¡Es palpable! (Cierra los ojos y pretende asir el vacío con ambas manos)
Giocondo: El aire de fingida que tienes, amiga. ¡Pisa fuerte, pisa fuerte sobre tierra! (Hace sonar sus tacos en el piso)
Alherí: Jijijiji, recuerdo muy clarísimo que te dio aire en el cuello y se te torció. Ven, chiquito mío. (Se inclina y frota a un niño imaginario) Ya, ya, ya, no llores, ya pasará, viene, viene la ranita por el camino, papá rano la riñó, no hay más verdad que la charca aunque tus saltitos se dirijan hacia el Sol. ¡No croes!, no, no, croac, croac, cruic, cruic. (Va croando descendentemente hasta cerrar los ojos y mecer al niño imaginario con ternura sobre su regazo) ¡Una libélula de almuerzo, dos arañitas de aperitivo! (Como ordenando).
Giocondo: Los cuellos son tema aparte, los hay correctos, torcidos y disparados (Grafica con grandilocuentes movimientos de cabeza)
Entonces, Alherí realiza movimientos con una mano, subiéndola por un cuello imaginario, acaricia un rostro y entonces ladea el suyo como si fuese a besar los labios de alguien. Giocondo, mientras tanto, cierra los ojos como si sintiera esa mano y lentamente va acercándose a Alherí, y sigue los movimientos de cabeza que ésta realiza con intensidad, mientas más intensos más es la aproximación, hasta casi llegar al beso imaginario pues no han llegado a encontrarse.
Giocondo: (Sacudiéndose con verdadera violencia, como liberándose de un sueño muy pesado) Agggggggg. (Limpiándose la boca con verdadero asco) ¡Qué fue, qué fue!

Giocondo termina con las piernas abiertas hombrunamente, uno de los brazos colgándole al costado como sin vida; mientras Alherí ha terminado en el suelo, ahora está muy agitada, sudorosa y acezando
Giocondo:¡Hey hey!, sí que te desbandaste, ah flaquita… si que te trajeron los huracanes, ¡que tal conmoción!
Alherí: Huracanes en mi pelo, en tus ojos… (Se corta, perdiéndose, recobrándose)…Yo he venido a encontrarte… He venido, he venido (Rápidamente)… De muy lejos...( Se apaga, suspira con nostalgia)
Giocondo: Ok cariño, gracias por habérmelo dicho, pero si de taannnnnnn lejos has venido, por allí mismo tendrás que irte, harto conocido debe ser tu camino. ¡Por que lo que es yo...(Golpeándose el pecho con el índice)…Estoy muuuuuuuy desubicado, ¡ya sabes!
Alherí: Tu desubicación conlleva un aliento para ir enmadejando nuestro hilo, recuperando todos aquellos caminos olvidados, para ir recuperando nuestras huellas de sobre las arenas, como cuando yo pisaba las tuyas solo por sentir su calor… sin que lo supieras.
Giocondo: ¡Flaquita cuanto has aprendido, ah! ¡Claro que sí, los pies son tan o más sensibles que el pajarillo!.... Ni yo misma me creo diciendo “pajarillo”. (Hablando consigo)… ¡Pero conste que tú lo pusiste en mi boca! ( Advirtiendo)…. ¡Qué, qué, qué! (Se da un manotazo en toda la boca)…¡ No me pongas nada en la boca!... (Se acomoda la falda, ganando compostura)…Bueno, un chibolo me dijo alguna vez que los pies bien estimulados son como otra pinga más… Disculpe, Señorita, si esa es una palabra que no cabe en sus diccionarios. (Se lo dice con verdadera condescendencia)… ¡Imagínese que se invirtieron las posiciones, así de simple y en mi mismísima cama!... Yo a la altura de sus mismísimos pies, para dislocarlos con mi lengüita…. ¡Como toda la vida, yo reinando!
Alherí: Tus pies enormes formando siluetas en la playa de Punta Sal, a cada paso abrías la arena, desvirgándola. (Con actitud de una repentina madurez, con movimientos muy sensuales)
Giocondo: Agggggggggg… ¡Very good!... ¡Esto ya me colmó, creo!..¡Qué tal despistada, cariño, ah!... Ya no es bueno para mis buenos augurios mentales… ¡No, no, no!
Alherí: Y después no sabía a donde, a donde ir, si con la espuma que se adhiere en las orillas, mientras el agua ya no existe, como el alma que deja, deja y se aleja en el mar, o ir entre estrechísimas gargantas entre los cerros sobre los que relumbran, relumbran deformados, encendidos esqueletos de arbustos recalentados, poniéndose el Sol. Adentrándome, dejándome llevar por entre esta tierra que me desconoce, en el enceguecimiento como consecuencia de la visión del gallinazo relumbrando, planeando, haciendo cortes intempestivos del aire, del cielo, del oxígeno que necesitamos respirar ambos. (Planea con brazos abiertos, con movimientos rápidos y cortantes).
Giocondo: ¿Whattttttttttttttttttttttttttttttt??? Enloqueció la virgencita. Eso es acumulación de líquidos. ¡Ay, éstas! (Dándole plenamente la espalda, inclinándose en una de sus piernas, tamborilea el piso, enfadado).
Alherí: Y tú y tú, tu voz que no suena, no hace eco en esas gargantas desconocidas… Y no hay cuando tu voz desde muy lejos mencione mi nombre, desde donde te quedaste… aunque sea sólo unas consonantes, como algo árido, desesperado y volver, volver los ojos y tu sonrisa, tus corales en la boca boca, al ser ofrecidos en este este pleno desconocimiento.
De pronto vuelvo impulsada por mi soledad. Y despierto dulcemente sobre la línea turquesa del límite marino, la arena que aún te contiene, tu espalda desnuda como nuestra historia que aún no nace. Y de nuevo eres el inicio… Es el sueño pleno… ¡Si aún eres el inicio de todo, no hay nada, no hay nada!
Giocondo: ¡Uuyyyyy, no!...Este corazoncito está acelerado de fiebre… fiebre de cojudita en tooooooooodo el cerebro. (La mira con verdadero desdén)
De pronto Giocondo se siente imantado, Alherí lo ha arrastrado dentro de un espacio vedado para todos, menos para ellos dos. Ella acaricia el aire desmedidamente, devotamente trata de nuevo de aprehender el vacío, desordenadamente besa la inexistencia….se sobreexcita…se sofoca…y Giocondo todo lo percibe como si fuese ofrecido para él todo este movimiento sin razón. Se le ve por momentos que hace pucheros y escupe, como tratando de zafarse de una fuerza descomunal, hasta que acaban los dos tirados a ras del suelo, acezando y como despertados de un sueño extraño.
Giocondo:¡Uuyyyyy, No! Esto se pone f-e-ì-s-i-m-o. Amor, amor (La coge de un brazo, violentándola)… Será mejor que te vayas por donde nunca debiste venir, ya tuve mucho de calenturas y de bobadas de aguantadita.
Alherí: Suéltame, puta. (Trata de zafarse)… Devuélvemelo, devuélvemelo… (Implorando, aumentando aún el forcejeo en el que lidian ambos)… Devuélveme a mi niño… a mi soldadito de las bancas melancólicas.
Giocondo: ¡Lárgate de aquí, chiquilla de mierda! (Intentando arrastrarla fuera del escenario.)
Alherí ha logrado soltarse de la presión que se ejercía sobre ella y ha dado un puntapié fulminantemente en los testículos de Giocondo.
Alherí: ¡Ya ves, ya ves!, ¡Allí lo tienes, allí lo tienes! ¡Es por eso que duele, duele, duele! (Lo dice feliz y cantando)
Giocondo está retorcido de dolor y Alherí se le aproxima, lo patea y abofetea duramente,….luego se aparta como reaccionando y parece reconocer muy en el fondo de lo que ve a un ser lejano, entonces se le acerca , lo acaricia y lo besa en la boca profundamente.
Giocondo: (Después de toda la fuerza empleada con sus dos brazos para arrojar lejos de sí a Alherí) ¡Arrechita inmunda, frustración de chiquillos voladores de cometas, tembladera para los jugadores de dados, maldición para los ahorcadores nocturnos!... ¡Eres, en consecuencia, el alimento para que todos ellos vengan derechito hacia mí, hacia mí!... Con sus cinco dedos de furia jubilados...( Se los quiere imponer en todo el rostro)… La lanza apuntalando... ( Hace un movimiento de palanca con uno de sus brazos, que asciende hacia su pecho con velocidad).
Mientras, Alherí ha ido desvaneciéndose hasta casi desaparecer en el piso. Giocondo ha salido del escenario y ha regresado prestamente, dando un sonoro silbido le ha lanzado un frasco de somníferos que ella ha empalmado con asombrosa precisión.
Alherí: (Recobrando la vida, lento y apagado)… Érase una vez dos niños de mirada perdida…sobre una hormiga… (Abre con sumo cuidado el frasco) ...muy, muy cercanos en el tiempo... (Saca las tabletas y las mastica de montón en montón, su voz se va haciendo deforme)…. Un caballito… caba… aba...to…to tttttttttttttttttt……oooooooooooooo (Se desploma).

TELÓN



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