Acto I, Escena 2. Pieza de museo



Acto I, Escena 2.

PIEZA DE MUSEO
Personajes: Giocondo y Juanelo
Juanelo: ¿Sabes Giocondito, lo que me haces sentir? Como hombre, como hombre te lo digo (Muy seguro de sí mismo y con voz de verdadero macho) Bacán bestial, ufffffffffffffffff, como nunca, ¡Para qué!
Giocondo: ¿Cómo?, ¡Ya sabes! (Moviendo la melena y sonriendo pìcaramente, tardando la pronunciación de cada palabra, dándole énfasis con socarronería)
Juanelo: En serio, chiquillona. (Sonríe con beneplácito y la agarra de la barbilla, y hace un sonido acuoso con la boca como engriéndola, como cuando se trata de apaciguar el llanto de los niños)
Giocondo: Siempre me han enloquecido los traseros peludos, de machos de blue jean.
Juanelo: ¡Oooy...!, ¿Queeeé? (Elevando mucho la voz, como habiendo sido atacado, hilarantemente) Esta concha…. (La mira como molestándose repentinamente, con la mirada enfurecida)
Giocondo: ¿Qué te pasa? (Mueve la melena y , luego de mirarlo, vuelve su cabeza a como estuvo al principio)
Juanelo: Nada, nada (Rápidamente, y luego de mirarla fijamente con los ojos brillosos de la cólera) ¿Tú crees que es algo fácil, cojuda, para mí? (Quebrándosele la voz)
Giocondo: ¿Yo te traigo acá, acaso? ¡ Dime! (Lo mira como reclamándole, enfurecida, muy segura de sí)
Juanelo: No, pues, no, cojudita (Como tratando de conciliar, le sonríe) Pero es bien locazo lo que me sucede, te lo quería contar, a ver si me crees.
Giocondo: A ver, cuéntame…. (Lentamente y asintiendo con verdadero fastidio, cruza las piernas y empieza a oir)
Juanelo: Cuando me metes tu lenguita, uuuuuuuuuffffffffffffffff... (Como aspirando y cerrando los ojos)...en el culito, siento, imagino, pienso...(Abriendo muchos los ojos, como tratando de imponer lo que va a decir) ...que tu lenguita, uuuuuuuuffffffff... (Como estremeciéndose y con los ojos cerrados)... es como una rica vagina y mi y mi y mi... (Se traba al hablar y Giocondo se queda mirándolo expectante, y parece querer pronunciar, moviendo la boca, lo que Juanelo va a decir. Juanelo abre los ojos, muy saltados de sus órbitas, como poseído)... y mi culito es mi pene (Por fin lo dice, como librado de algo que lo perturba, como totalmente vacío por haberse quitado un enorme peso)
Giocondo: (Tuerce la boca, como mostrando desagrado, luego se levanta y habla con movimientos enérgicos, una mano doblada en la cintura y la otra como aleccionado) Nunca se vio en museo alguno algo así, ni en ninguna biblioteca hay información de un culo que sea pene. ¡Mueeeeeeeerta yo! (Abre los dos brazos como sobre una cruz y quiere desplomarse hacia atrás)
Juanelo: (Queda mirando al piso, con los ojos bien abiertos, así ligeramente la boca, como perdido, como en conmoción, para luego levantarse de pronto y cargar a Giocondo como se hace con una novia) Ya pues , chiquillona, no te me malees que la leche aún burbujea si la ternera todavía es tierna.

La mira a los ojos como enamorado, y así se quedan los dos embelesados, extraviados. Suena un bolero suave y arrullador mientras se apagan las luces, y bajándola al suelo la agarra de la cintura, huele su cabellera, recuesta su cabeza en uno de sus hombros y bailan muy pegados, sin casi poder respirar. Pero al poco tiempo de esto, Juanelo separa drásticamente su cabeza del cuerpo de Giocondo, y suelta intempestivamente el cuerpo de éste y se queda pensativo en medio de la pista, hablando entre enternecido y furioso.

Juanelo:¿Porqué no te lo amarras aunque sea una vez, por lo menos cuando no le besas los pies a tu chiquillo, ni cuando recibes a esa virgencita tuya, enamorada de un imposible? No es posible que yo venga a acariciarte y tenga que irme con un vello de pierna o de pecho entre los labios, en lugar de tu jugo de conchita asustadita. ¿Porqué tengo que saludar a la trompa del elefante, buenas noches, señor arrugado, cuándo va estrujarme y comerse mi maní? No puedes complacerme por lo menos una vez en tu peluda vida y depilar, arrancar la raíz de la selva de pendejos que te enloba? (Sube la voz y se acerca muy cerca de Giocondo, llegando a abrir la boca enormemente al final).
Giocondo: ¿Qué pasó, qué sentiste, qué invadió tu incolumidad, quien te quiere desterrar de tu virginidad, de tu territorio de machote? Orina orina, marca territorio, aunque seas una simple zorrillita come gallinas. (Se le acerca y con la punta del dedo lo golpea en el pecho, mientras le habla frase a frase, como queriendo grabarlas en él)
Juanelo: Ya te he dicho que a mí me gusta la vagina! (La sacude de los hombros, suavemente como queriéndola hacer reaccionar, con los ojos implorantes)
Giocondo: Uyyyyyyy (Aparta las manos de sus hombros con fuerza) ¡No, por Dios, no! (Se agarra la cabeza con ambas manos como para impedir que se le desplome y la agita entre ellas) Un culo que es vagina, ahora me vas a salir con que tus dos nalgas son tus dos huevos, ¡Qué enfermedad! (Grita escandalosamente) ¿Sabes? (Lo mira fijamente) Acá quedó todo, lárgate a que te exhiban con tus deformidades en el Louvre o en el Museo de Historia Natural. ¡Destruida quedaste! ( Lo señala con el dedo de en medio, levemente elevado, bien estirado el brazo y lo baja rápida y despreciativamente, pretendiendo salir)
Juanelo: (Corre hacia Giocondo y la agarra por detrás, de la cintura, y la hace regresar retrocediendo, mientras le va besando el cuello y meciendo con romanticismo, así la lleva hacia el centro del escenario y sin soltarla le habla, la mece) Una hembrita sin ascos, ¡Eso es lo que eres, amor! Completita (Como relamiéndose y lentamente) Contigo llego a todo aquel lugar, a todo aquel mundo antes cerrado, cerrado. (Lo repite con verdadera lujuria y la besa en el cuello) Yo puedo aperturarte y esperar que cierres para volverte a inaugurar, una y otra vez, una y otra vez... (Lo dice medio excitado y cerrando los ojos)... hasta que me pidas ya no, ya no, ya no, hasta que tu culito me guiñe, me guiñe con su ojito y me llore me llore, tristemente, como un rinocerontito mal herido. Pepppp, pepppssssssss, pufffffff, pffffffff, como gime sin selva que lo esconda, pero bien dividido como un duraznote, listo para partirlo por su rajita. Uyyyyyy, qué rico, uffffffffffffffff, ummmmmmmmmmmm. Giocondito, firme, firme ,que contigo toco no sé qué ,no sé qué, pero toco, no es un cielo con estrellas como dirían los poetas; pero que sea, pues, un volcán que con la fuerza de su despertar emite gases, retumba e incendia, pero que luego se tranquiliza se clausura para volver a conmoverse.
Giocondo: Si que eres deliciosamente asqueroso, ah. (Le dice medio sonriente, complacido de lo que escucha, enternecido)
Juanelo: Vamos, amor, a la cama que ahora quiero doblártelo dentro, y que se doble y se doble y ya no salga. Quiero moverla, moverla, retardarla infinitamente veces quiero, y solo oir, oir tu leve suspiro, gimiendo como si estuviésemos en una amplia piedra caliente, dispuestos para el sacrificio, todo mi pecho hinchándose, embravecido sin nada que lo detenga, solos en un incendio, en un movimiento que arrecha y fulmina sin nada de delicadezas, a pura carne, sudor, semen y enloquecimientos. (Lo dice muy intensamente como en un trance, moviendo a Giocondo fuertemente)
Giocondo: Seré tu niñita forzada, la violación que tanto anhelas cometer, la arremetida sin fondo, el empuje intenso, los labios devoradores, a los que intentas abarcar, abarcar, se te va la vida, se te va la vida, ummmmmmmmm, ummmmmmmm, te enfureces, convulsionas y después, después la calma, la calma de tus tempestades, tumbado sobre mi espalda con tu corazón saltando, y yo estaré muy contenta de haber sido abusada, una impenitente ramera. ( Lo dice excitándose mucho, correspondiendo a Juanelo)
Juanelo: Ohhhhhhhhhhh, oohhhhhhhhhhhhhhh. (Como en pleno orgasmo, con la cabeza colgándole al costado de uno de los brazos de Giocondo, como ido, con los ojos cerrados, y muy... muy fuera de sí ) Dime, dime, dime que ya no quieres más. ( La golpea en el brazo, con su palma ampliamente abierta ) Pídeme, pídeme compasión. Ahhhhh, ahhhhhhhh, ahhhhhhh. ( Con la voz más aguda y cerrando ambos puños fuertemente sobre las ropas de Giocondo)
Giocondo: Ya no, ya no, ya no por favor... (Como llorando, grandilocuentemente, como fingiendo una gran mentira)

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