Personajes: Giocondo y Sebitas
Giocondo: ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! ¡No es a tus pies donde tengo que estar! ¡No!.
Sebitas: Por favor, por favor,…porfis…. (Con expresión de niño resentido, jalándola de una de sus manos, con decidida fuerza hacia abajo, implorando)
Giocondo: ¡Ummmmmmmmmmm! (Hacia sus adentros, de un solo sonido) Está bien, está bien… pero espero que está vez no me encallezcas las manos, las delicadas manos (Se mira las uñas, levantando levemente los dedos)
Sebitas se saca la chaqueta y se frota las manos, dando saltitos de alegría, se sientan los dos en un sillón y Giocondo le desamarra las ataduras de los zapatos con verdadera delicia
Sebitas: (Con voz impostada para parecer mayor) Son pies de futbolista, de hombre, como te gustan a ti. ¡Frótalos así, con sus medias de seda que mi mamita me acaba de regalar!
Giocondo: (Intempestivamente se detiene) ¡Ayyyy, no sé! Sólo a ti se te ocurre…. medias de seda con zapatillas.
Sebitas: ¡Porqué, porqué! ¿Está mal? (Medio llorando) ¡Dime, dime, pues! (Emotivamente)
Giocondo: (Quien no ha prestado atención a las imploraciones, cierra los ojos y delicadamente y con entereza dobla los dedos del pie, en conjunto) A ver, a ver…doblamos…doblamos…doblamos suavemente…suavemente.
Sebitas: Por allí, por allí, por allí me duele. (Deja mostrar los dientes, presionándolos fuertemente) Ahhhhh, ahhhh, ahhhh (Lo dice, soportando el dolor pero con entonación de placer) Ahhhh, ahhhh, ahhhhh. Ahhhh, ahhh, Ahhh (Se inclina y le coge la mano y la dirige sobre el lugar donde se hacen los movimientos) Por aquí, por aquí, por aquí es.
Giocondo: ¿Allí, allí, allí? (Como tratando de hallar el lugar exacto, acomoda sus manos sobre los pies)
Sebitas: Así, así, como lo has estado haciendo. (Cierra los ojos y se echa sobre su espalda, cruzando los brazos detrás de su cabeza) Ahora sóbalos, sòbalos.
Giocondo: Dime, ¿desde cuándo juegas fútbol? (Se lo dice afanosamente, entregada con verdadera fruición a la frotación de los pies) Ahhh, ahhhh. (Medio agitada)
Sebitas: ¿Porqué, ah?, ¿Porqué? (No abre los ojos y no hace mayor caso a la pregunta, sigue ensimismado)
Giocondo: (Deja de frotarle los pies y lo mira con verdadero enojo) ¡Ya me cansé! (Se sienta y funde su espalda en el respaldar, ofuscada)
Sebitas: Ya pues… ya pues, porfis… porfis (La agarra de la mano y quiere hacerla volver, hay un corto forcejeo luego del cual Sebitas baja sus pies del sillón y los posa con cuidado sobre las zapatillas que están en el suelo)
¿Estás molesta, estás molesta???? (Le pasa la mano por sobre el hombro, la abraza y la atrae hacia él)
Giocondo: (Luego de unas leves mecidas. Sebitas no ha dejado de abrazarla) Ya no, ya no lo estoy, ya me pasó (Se libra del abrazo y se acomoda como si nada hubiese acontecido, recobrando la normalidad)
Sebitas: (Como contagiándose de la normalidad de Giocondo) Oye, oye, te cuento pues, la del mono cuando despierta al tigre. Jajá jajá (Ríe con desparpajo, él solo es una fiesta)
Giocondo: ¿Cómo es esa? ¡A ver! ¡A ver! Jajá Jajá (Ríe con fingimiento entregado, como si lo que fuese a ser contado tuviese ya la garantía para el esfuerzo que hace)
Sebitas: OK, OK. (Poniéndose serio)… Estaba el tigre en su sábana pues. Y entonces…….
Giocondo: ¿En su sábana? A ver, a ver, repite.
Sebitas: (Se queda como dudando, la mirada perdida, tratando de recordar) ¿Cómo, cómo, cómo? ¿Cómo se llama? (Vuelve a quedarse dubitativo) ¡La sábana, pues!... que es donde duermen los animales del África…si la dieron en el Discovery.
Giocondo: Jajajajajá (Ríe con mucha fuerza y cierra los ojos hasta las lágrimas)… ¡La sabana!, sa-ba-na, sa-ba-na… ¡Y allí no duermen, de allí nace toda la selva!
Sebitas: (Con desparpajo) ¡Ah, ya, ya, ya! ¡Huevéame, no más!
Giocondo: ¡Firme, firme, ayayay, si no tuvieras esa carita… firme, firme, que no la darías, chiquillo, por ningún lado…!
Sebitas: ¡A pucta, a pucta!..¿Ya ves? ¿Ya ves? (Como queriendo enfurecerse, la mirada rígida, le asesta un coscorrón juntando mucho los labios hasta arrugarlos)
Giocondo: ¡Ya, ya! ¡No jodas! (Tratando de apartar el puño)
Sebitas se recuesta, lánguidamente, contra el respaldar y como si lo anterior no hubiera acontecido empieza su relato. Giocondo, como un autómata, se vuelve para mirarlo
Sebitas: Como decía… estaba el tigre durmiendo bajo un árbol y el mono estaba que lo miraba, lo miraba desde arriba… (Se queda cavilando, como si recordara o entendiera)… Y seguro que el mono no podía bajar, le tenía miedo al tigre…aburrido debe haber estado el mono… (Se queda por un momento dudando y empieza a carcajear)… Y este conchesumadre del mono se descuelga medio cuerpo desde una rama… Y le jala de la oreja al tigre… Jajajajajaja (Golpea su puño cerrado contra una de las palmas de su mano, y ríe hasta casi llorar)… Le jala de la oreja, otra vez, y vuelve a subir…Jajajajajaja...y el tigre busca como loco a su alrededor y no ve a nadie… (Mira de un lado a otro con los ojos bien dilatados)…Jajajajajaja…Y el mono se esconde entre las ramas, espera que el tigre se acueste y vuelve a descolgarse y le vuelve a jalar pero esta vez de la otra oreja…Jajajajajajajaja… (Mientras relata sobre los jalones de orejas, se jala fuertemente hacia arriba de cada una de ellas, intentando explicar mejor)…Seguro que el tigre había invadido el terreno del mono… ( Languidece)…Hasta que tuvo que irse el tigre, molesto sin saber quien mierda le jalaba de las orejas… Ya pues, acaríciame los pies (Tratando de jalar la mano de Giocondo que ha estado en pleno jolgorio.Como se atasca, la jala hasta dos veces)
Giocondo: (Lo mira fijamente)…Acomódate... (Le saca las medias y las coloca en el respaldar del sillón delicadamente)…Cuéntame como se la hacías a tu enamoradita…(Empieza a masajearle los pies y cierra los ojos, concentrándose)
Sebitas: ¡Ya no te he contado! (Como queriéndose enojar)
Giocondo, dejando de masajear los pies, lo mira fijamente como con enojo.
Sebitas: ¡Ya, ya! ¡No te moletes! (Se recuesta en el respaldar y va relatándole sensualmente) Cuando sus viejos salían a trabajar me llamaba por teléfono y yo salía disparado de mi casa.
Giocondo: ¿Te ibas en moto…mototaxi...? (Cerrando los ojos, continúa masajeándole los pies, esperando cada respuesta con deleite)
Sebitas: No, salía disparado de mi casa, y corría por las veredas, casi atropellando a las vecinas. Parecía un loquito escapado. Cortaba caminos, doblaba esquinas, volaba en los pasajes, hasta que llegaba a su puerta. Jajajajaja. Luego de eso, ella quedaba caminando como patito. Así iba al baño a lavarse, y yo subía para espiarla por el tragaluz. (Hace una pausa). Ella me hablaba, sentadita como estaba en el wáter, orinando. Me decía me arde, Sebitas, me duele. Y yo queriendo descubrir que es lo que se palpaba tanto allá abajo, quería verle su conchita que había quedado como una rosa.
Giocondo: (Que le sigue acariciando los pies con verdadera entrega) ¿ Pero dónde se la hacías, en que posición se te entregaba???? (Con desesperación)
Sebitas: Yo la besaba, la besaba y luego la hembrita solita se dejaba llevar; con lo excitada que estaba, yo la ponía como más me alocaba.
Giocondo: ¿Y ella se dejaba hacer todo ese loquerío, toda esa arrechura, Sebitas, no me mientes? (Ha abierto los ojos y ahora le masajea los pies con decisión pero ya no con delicadeza y entrega)
Sebitas: Claro pues, si yo le preguntaba una y otra vez: ¿Te gusta? ¿Te gusta? Y ella me decía, cerrando los ojitos, ummmmmmmmmmmmm como una verdadera putita, ¿Tú crees que si no me gustara lo haría? Cómo me gusta, cómo me gustas, tu ropa huele a Sebas. Y allí allí era donde me venía rápido.
Giocondo: ¿Te decía que tu ropa olía a ti? (Con sorpresa, mientras sigue masajeando los pies con descuido.Sebitas que ha seguido con los ojos cerrados hasta este momento, los abre)
Sebitas: Claro, si hasta lo hacíamos estando sus viejos en casa, decíamos que íbamos a estudiar y bien mosca la chiquilla, ya me estaba esperando sin calzoncito, con una faldita que solita se la levantaba, echados sobre el mueble los dos. ¡Mosca!, cuando entraba alguien, no había pasado nada, saludaba y todo. Y por ejemplo si algunas veces de verdad nos reuníamos para el estudio y se había puesto pantalones, zafaba una pierna y así me la comía por un costadito. (Cierra los ojos) Me decía cómo me gusta, cómo me gusta. (Afemina su voz y habla como un niñito, luego se corta drásticamente y se queda pensando, mirando al vacío)
Giocondo: Chiquillo, chiquillo, ¿qué me estás ocultando?
Sebitas: No sé porqué, no sé porqué.Porfis, Giocondo, te la cuento, te la cuento.
Giocondo: (Suelta los pies) ¡A ver, dime! (Se recuesta en el espaldar, Sebitas baja los pies y los vuelve a posar sobre los chimpunes)
Sebitas: No se porqué me decía que sentía cosquillitas, y quería reirse y carcajeaba un poquito y luego se detenía y como que se moría, decía que no podía soportarme. (Se queda callado y pensando) No podía soportarme, que le causara tanta felicidad, y luego se ponía a llorar como una bebita.
Giocondo: Pobrecita, se había enamorado pero no quería sentirse como una verdadera mujer (Lo mira como con burla)
Sebitas: ¡Porqué, porqué! (Vuelve a golpear con puño cerrado una de las palmas de su mano, pero esta vez como si quisiera llorar de impotencia) ¡Porqué nunca se venía, se venía conmigo, se iba!
Giocondo: (Lo abraza y lo atrae hacia él, Sebitas se deja llevar sin resistencia) Así son todas, están negadas para el placer puro, aquí se les ha enseñado religiosamente que en el sufrimiento está el único goce.
Sebitas: ¿Qué es eso, qué es eso, Giocondo?
Giocondo: Ay, no me hagas caso, mejor dame tus pies, que siento que te papeas verdaderamente a esa hembrita cuando te los engrío. (Trae los pies de Sebitas sobre el mueble y los acomoda y reinicia los masajes)
Hay una música alegre de fondo que ha empezado a sonar, como si empezara una fiesta y mientras ellos van hablando, la música se acrecienta poco a poco hasta que sus voces van apagándose hasta una carcajada conjunta al final:
Sebitas: ¿Y es cierto, Giocondo, que por atrasito es cochino??????
Giocondo: ¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee?¿Quién dijo esa blasfemia?
Sebitas: Pues ella, pues, mi hembrita, me dijo que por adelante sí, que por allí nacen los bebes, que por eso por allí es santo.
Giocondo: ¡Ay, la virgencita que ya no lo es y que quiere seguir siéndolo!
Mira chiquillo, yo te voy a explicar, la próxima vez dile que si el culito no cagara, nos moriríamos todos, por lo tanto mi culo es tan santo como su cosita.
Sebitas: De veras , ¿no?
Giocondo y Sebitas: Jajajajajajajajajajajajajajajaja.
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